martes, 10 de noviembre de 2009

LOS MUROS QUE AUN NO CAEN


Se cumplieron veinte años de la caída del Muro de Berlín y el mundo civilizado asistió a la celebración del que, parece, ha sido el fin de uno de los mayores dramas de la historia.
Los que seguimos en aquellos tiempos la acciones de lo sucedido por televisión, vimos como aquellos alemanes “orientales”, destruían a golpes ese símbolo de la separación y se unían a los “occidentales” fundidos en un abrazo en cuanto shopping encontraron a su paso.
Para no entrar en ironías, quienes se esfuercen en memorizar aquellas imágenes, recordaran que no se trataba de la reunión de familias divididas, que seguramente las hubo, no se mostraba a gente entrando rauda a una biblioteca para leer los libros que la dictadura marxista les había negado leer, tampoco se veían personas corriendo a un centro asistencial en busca de curas para sus males. Las imágenes mostraban a gente cambiando sonriente su dinero “oriental” por dólares y la fiebre del consumo desatada.
Claro, de eso se trataba. El capitalismo había vencido a su archirival más temible, el comunismo. El consumo había vencido a la austeridad. El individualismo había vencido al socialismo. O al menos eso parecía.
Y así se presentaba al fenómeno, acompañándolo con premoniciones como las de Francis Fukuyama y mas cercano a nosotros, con la sonrisa del inefable Bernardo Neustadt, embelezado por que la Doña Rosen Del Esten ahora podía comprar la revista Vogue.
Occidente terminaba así con las injusticias del mundo moderno, ahora solo quedaba disciplinar a los países que no se plegaran al Nuevo Orden Mundial.
Pero parece ser que, a quienes festejaron entonces y a quienes festejan hoy, se les olvida otros muros. Algunos visibles y palpables y otros más abstractos.
En su animo de valerse de los mexicanos, pero que los mexicanos no puedan valerse de ellos, los estadounidenses han levantado un muro, pero es solamente eso, un muro, no El Muro. Y esto es así porque la prensa mundial no lo pinta como un drama de la sociedad moderna, porque sus intereses, aliados con toda lógica al capitalismo, son los mismos y no va a ser la CNN quien en sus encíclicas televisivas nos señale la incoherencia de festejar la caída de El Muro mientras seguimos tolerando la existencia de el muro. De la misma manera que tampoco parece un problema para la humanidad el muro levantado por Israel en Cisjordania. Estos son muros humanos que hacen a nuestra cultura occidental y cristiana.
España se lleva todas las palmas, y no hablo de Ceuta y Melilla (solamente), me refiero a los muros económicos que levanta y que hace que, mientras que los españoles poblaron y repoblaron America Latina sin que nadie les preguntase a que venían o cuanto tiempo se iban a quedar, hoy, los descendientes de Cervantes deportan de a miles de latinos al mes. Solo en los últimos días deportaron a 750 argentinos luego de detenerlos durante días como si fueran delincuentes. O tal vez lo eran, y su delito consistía en ir en busca de reciprocidad a la solidaridad que Argentina mostró con los españoles (como mis abuelos) que vinieron a nuestro país escapándole a las consecutivas hambrunas europeas del siglo pasado.
Podría seguir escribiendo una infinidad de líneas si quisiera ahondar en los muros sociales, económicos, políticos y culturales que los europeos junto con los estadounidenses, levantan cotidianamente violando la Declaración Universal de Derechos Humanos que ellos mismos ayudaron a crear.
Pero no será en este momento, temo mucho arruinarle la semana a aquellos que inocentemente creen que la caída de El Muro es el fin de los muros.
E.C.

1 comentario:

fer, el kioskero dijo...

Habrá que derribar esos muros para construir puentes.
Excelente post.